domingo, 6 de mayo de 2007

Entrevista a Isabel Macedo


En Floricienta, es la malvada Delfina, hermanastra de la protagonista, a quien le hace la vida imposible. Tierna y seductora fuera de cámaras, está de novia con el galán Facundo Arana. Malvada, pérfida y villana. Así es Delfina, la hermanastra de Florencia Bertotti en Floricienta (Canal 13, lunes a viernes a las 19), a quien los nenes más chiquitos le huyen temerosos. Pero cuando se baja del personaje y se suelta el pelo tirante, Isabel Macedo le hace descubrir al mundo lo encantadora, tierna y natural que es en realidad. Y el sentido del humor que tiene. Virtudes con las que seguramente conquistó a su novio desde hace nueve años, el actor Facundo Arana, para envidia de muchas admiradoras del galán de Padre Coraje.Cuando Isabel recorre los estudios Pampa, con su delgadísima figura y el pelo suelto (y planchado), sus compañeros de elenco no la reconocen. Y recibe algunos piropos. "No se puede creer lo que puede provocar un lacio. En la próxima novela me lo dejo así", bromea. La verdadera cabellera de Isabel está llena de rulos.¿Cómo armaste tu personaje?Tuvo muchísimo que ver con lo estético, el hecho de que lleve siempre esa cola tirante, toda lacia, algo que es muy diferente a mi realidad, me ayudó a ponerme en otro lugar. Lo mismo que su ropa, sus tacos aguja y esa cosa tan rígida que tiene. Pero me divierto muchísimo por la impunidad que tiene el personaje. ¿Sabés lo que es poder hacer lo que quieras? A veces cuando termino una escena estoy a los besos y los abrazos con los chiquitos, porque me da culpa el maltrato que reciben de Delfina. Ellos mismos me dicen: ¡Pero si estás actuando!En general, este tipo de personajes suelen ser muy divertidos.Yo me divierto mucho haciéndolo, porque podés ir a los extremos y en algún punto volví a tener cinco años. Lo siento muy musical al personaje, en su forma de hablar, cómo se expresa. Delfina camina según suena lo que va diciendo. Para mí es un juego que me tomo muy en serio y que se fue armando de a poco. A medida que me iban dando los libros, yo me iba anotando en una libreta características de Delfina Santillán Torres Oviedo. Soy muy detallista, reobsesiva, en realidad.Delfina creció tanto en dos años que se convirtió en una verdadera antagonista.Algo que no pensaba ser. Creció mucho por la generosidad de los directores, por los buenos libros y la buena onda que hay en el elenco. Y además porque es mucho sacrificio: son 12 horas diarias de grabación y cuando están las funciones en el teatro, vienen los ensayos después. Y las giras. Tenés que tener la cabeza y el cuerpo preparados para bancarte ese tren.En Israel, Floricienta es un éxito. ¿Cómo recibían a Delfina en las giras?Pasó algo re loco. El productor israelí Yair Dori me quería matar, porque terminaba la función y empezaban a gritar: "Isabel, te amo". Y él me decía : Estás haciendo todo mal, ¡te tienen que odiar!... y te adoran". Acá mi personaje sale al escenario y lo abuchean. Y está todo bien. Pero esa experiencia fue increíble. Tener la posibilidad de viajar y conocer otras culturas, es algo impresionante. Yo que soy re obse, me levanté al día siguiente de llegar allá, saludando boker tov (buenos días en hebreo). Y pedía que me marcaran la pronunciación. Y después me mandaron un diccionario hebreo-español y me escriben para enseñarme por Internet. Como soy tipo esponja, me encanta aprender cosas nuevas todo el tiempo. ¡Y ahora hasta chateo en hebreo! (risas). Estás en pareja con Facundo Arana, uno de los galanes del momento, ¿cómo te llevás con el hecho de que él sea tan famoso y asediado?Hace nueve años que estamos juntos y no tenemos celos ni competencias, porque cuando estás con alguien que amás esas cosas no existen. Yo no soy para nada celosa y él tampoco me da motivos. Además lo admiro, sobre todo por cómo maneja su carrera.¿Le pedís opinión sobre tu trabajo?Sí, es fundamental para mí. Los dos nos apoyamos mutuamente.A Isabel no le gusta mucho hablar de esto, porque es un regla de oro de la pareja resguardar la intimidad. Igualmente, comparte algunas anécdotas. Como la de un viaje hace dos años en casa rodante por todo el país. "Fue el mejor viaje de mi vida. Algunos pensaban que yo no iba a durar ni una semana bañándome en el río y comiendo lo que la gente nos regalaba en el camino. Pero fue impresionante. Estuvimos viviendo con una familia de artesanos en Malargüe, que se arreglaban con berros que arrancaban de la orilla de un arroyo. Descubrí que así también se puede ser feliz". Después de un personaje fuerte, ¿te da miedo quedar encasillada?No lo sé, porque no pienso mucho en lo que va a venir, soy de vivir el hoy y el ahora. Delfina me dio un montón de cosas, sobre todo mucha seguridad como actriz. Me hace sentir muy feliz tener esta oportunidad, después de todo lo que fui armando durante muchos años de estudio. Necesito darle valor a todo lo que tengo en el momento entre las manos y no colgarme de lo que va a venir. Porque además me parece injusto no disfrutar de lo que tengo y a lo que le dedico tanto esfuerzo. Nunca llego menos de una hora antes para maquillarme y peinarme, odio que me esperen, hay que estar listo cuando te necesitan y nunca fui al piso sin estudiar, porque me parece una falta de respeto para el resto. Y, sobre todo, no quiero que pasen tres años, mirar para atrás y decir: mirá lo que era este programa, éxitos, giras y yo lo tenía ahí y no lo disfruté. Pase lo que pase, cuando termine Floricienta, nadie me va a poder decir que no lo viví. ¿Cómo te llevás con la popularidad que te da el programa?Me sigue impresionando, pero hay que hacerse cargo. No me molesta ir a un shopping y que se me acerque la gente. No soy muy salidora, me encanta estar en mi casa, con mi familia, pero si estoy en un día que no tengo ganas, no me expongo. Y, si necesito ir porque tengo que hacer otras cosas, no dejo de hacerlo. Y no me altera en lo absoluto. Para esos chicos que se acercan, tal vez sea la única vez que me van a ver, y yo este personaje lo estoy haciendo ahora. Después no sé qué vendrá. No van a estar los nenes colgándose de mi pantalón y me moriría si esa única vez que me ven piensen: qué mala que es. Además es algo que yo disfruto porque me alucinan los chicos. No me parece una cuestión de paciencia sino de respeto. A mí no me gusta que me maltraten, entonces jamás lo haría. Isabel, la más chica de cuatro hermanos, criada cerca del Botánico, asomó desde temprano como la payasita de la familia, cantando, bailando y actuando en las guitarreadas familiares. A los 6 años ya torturaba a sus vecinos cuando se ponía a practicar zapateo americano. Después siguió con clases de canto, flamenco, teatro y todo lo que se le cruzaba en el camino que tuviera que ver con un escenario. Pero también hubo bastante disciplina en su educación: estudió en el exclusivo colegio Saint Catherine's. "Desde los 3 años, a la mañana iba a un jardín de infantes común y a la tarde, a uno en inglés. Pobrecita de mí. Pero hoy lo agradezco", dice. Y admite que ciertas cosas de Delfina las sacó de algunas de las chicas del colegio inglés. Todo ese aprendizaje, además de prepararla para actuar, cantar y bailar, le dio soltura para la vida. Mientras hace la entrevista, toma una lágrima con azúcar y devuelve todos los saludos con mohínes cariñosos, a todos los conocidos y desconocidos que se le cruzan. "Es muy emocionante el reconocimiento. Dedicarle un minuto a un nene que me viene a saludar, además de darle felicidad a él, me hace feliz a mí también".Desde que debutó como actriz, Macedo trabajó en Ricos y famosos, Amor latino, Verano del 98, Muñeca brava, Mil millones y Son amores, y en varias obras de teatro off. "Nunca dejé de hacer cosas, no me importó si eran grandes o chicas ni cuánto duraban. Me encantaría actuar en una comedia musical y sé que en cualquier momento voy a poder hacerlo". A los 30 años, a pesar de lo mala que es Delfina, para Isabel resultó un regalo que la hace feliz.El lado tierno de una chica no tan malaVarias veces durante la entrevista, Isabel Macedo confesará su debilidad por los niños. Algo fácil de comprobar en cada encuentro de la actriz con algún admirador pequeño. Catalina, hija de un productor y con sólo tres años, se acerca tímidamente mientras Isabel posa para las fotos, para darle un beso, al que Isabel responde con total ternura. "Es una de las pocas tan chiquitas que no me tienen miedo. Bueno, a Delfina". Pero Catalina es la excepción, al menos en el público menor de cinco años. Con otros nenes, Isabel tiene que hacer un esfuerzo para que los chicos no escapen corriendo cuando descubren que ella es Delfina, la que le hace las mil y unas a Florencia Bertotti en la ficción. "¿Me querés dar un beso?", le pregunta Isabel a un nene que está con sus hermanitos mayores esperando un autógrafo y una foto. El nene mueve la cabeza en una clara negación. "¿Y si te lo doy yo a vos?". De nuevo, el nene dice no. Después de que sus hermanos se sacan la foto, el nene mira de reojo y con desconfianza la escena y masculla entre dientes: "Quiero ir a casa". "Es así, con los más chiquitos no hay caso. Los más grandes entienden que es un personaje como cuando ellos juegan al papá y a la mamá. Y los adolescentes se enganchan mucho con el personaje de la malvada. Les divierte", dice. Después, en el bar, un grupo de chicos, la observa desde otra mesa y pregunta: "¿Esa es Delfina?". No pueden creer que la chica que habla hasta por los codos, despliega simpatía, hace chistes y se muestra cariñosa con la gente del estudio, sea la misma que destila veneno cuando se pone a actuar. En ese grupo, el más chiquito se resbala y se cae. La madre lo levanta, pero el nene está a punto de largarse a llorar. Isabel registra el momento enseguida y se da vuelta para decirle: "No pasó nada. Vos creíste que te habías caído, pero en realidad fue que todos nos movimos al mismo tiempo".

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